Nuestra
historia se encuentra plagada de ejemplos parecidos al que actualmente
enfrentamos. Normalmente, los presidentes de la República y los jefes
militares del momento, siempre han creído que los integrantes de las
Fuerzas Armadas, que se muestran obedientes y disciplinados en la rutina
diaria de la organización, van a actuar de igual manera en medio de una
crisis política. Allí surgen las sorpresas. Veamos algunos ejemplos:
Juan Vicente Gómez creó las Fuerzas Armadas. Aún así, se
insurreccionaron en tres oportunidades: en 1919, en 1922 y en 1928. Este
último alzamiento ocurrió en el batallón que le prestaba
custodia personal al dictador y fue
tomado el cuartel de Miraflores. El comandante de la Guarnición de
Caracas era el general Eleazar López Contreras, militar de gran
prestigio y perspicacia. No logró percibir la gravedad de la situación.
Así
también le ocurrió al general Isaías Medina Angarita. Era el primer
oficial egresado de la Academia Militar que alcanzaba la presidencia de
la República. Tenía un gran prestigio militar. Justamente, muchos de los
jefes de la conspiración del 18 de octubre de 1945 habían sido sus
alumnos en la Academia Militar. La enfermedad de Diógenes Escalante,
candidato presidencial del PDV, la negativa del régimen de conceder el
voto universal, directo y secreto, y el descontento militar existente
produjo las condiciones para el alzamiento El
general Medina recibió la información 24 horas antes de que ocurriera,
pero
no tomó a tiempo suficientes medidas para controlar la conspiración. A
las 2 de la tarde de ese día se oyeron los primeros disparos en el
cuartel San Carlos. A las 10 de la mañana del 19 de octubre había sido
derrocado.
El
general Marcos Pérez Jiménez vivió una situación parecida. El afirmaba
que su ascendiente sobre las Fuerzas Armadas era inmenso. Decidió
permanecer en la presidencia de la República, violando la Constitución
Nacional. El 1 de Enero de 1958 se despertó en medio del ruido de unos
aviones que bombardeaban Miraflores. Su piloto de confianza, el mayor
Martín Parada, era uno de los oficiales comprometidos. A los 22 días
estaba derrocado. El 4 de febrero de 1992, Carlos Andrés Pérez y yo
fuimos sorprendidos. El general Pedro Rangel Rojas, comandante del
Ejército, incumplió sus obligaciones militares al no informarnos a
tiempo la delación hecha por el capitán Gimón Álvarez ni tomar
suficientes
medidas militares para controlar el alzamiento. El sentido
institucional de las Fuerzas Armadas permitió derrotarlo en seis horas.
Hugo
Chávez fue traicionado el 11 de abril de 2002, en medio de la crisis
política que él mismo provocó, por un número importante de generales que
días antes se rasgaban las vestiduras por la revolución. Hugo Chávez no
hubiera regresado al poder, si el gobierno provisional no hubiese
cometido tantos errores políticos. Esa es la verdad. Estos ejemplos nos
permiten analizar la situación que estamos viviendo. Definitivamente, la
Fuerza Armada no es chavista. Si lo fuera no hubiera nombrado, asustado
como está por la crisis que se perfila por su enfermedad, un “comando
antigolpe” para investigar una supuesta conspiración. Es imposible
intentar un golpe de Estado sin la participación de un
sector fundamental de la Fuerza Armada y vivir una crisis social y
política que cree un ambiente favorable para que pueda tener éxito.
A
Hugo Chávez se le ha ocurrido mezclar en una supuesta conspiración a
Henrique Capriles y amenazar con movilizar a la Fuerza Armada si la
oposición no reconoce su muy improbable triunfo. Es sorprendente que a
Hugo Chávez se le haya olvidado la existencia de unos
permanentes vasos comunicantes entre la sociedad y la institución
militar. Si el día de las elecciones, Henrique Capriles no reconoce el
resultado por considerar que el creciente abuso de poder del régimen o
una actuación indebida del Consejo Nacional Electoral han creado
condiciones para no hacerlo, la posición de la Fuerza Armada coincidirá
con el sentimiento popular. De eso no hay dudas.
Tampoco creo que ante esa realidad los miembros del Consejo Nacional
Electoral se presten para irrespetar el resultado de las elecciones. Lo
que debe hacer Hugo Chávez es serenarse y acostumbrarse a perder…
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