El dilema sobre el socialismo o la muerte
dentro de una concepción política (no humana) ha sido resuelto. De ser así, el
"chavismo" como fenómeno de masas va a implosionar en los próximos
meses. Pero la situación requiere de todos los enfoques posibles, pero sobre
todo debidamente informados a la mayor cantidad de gente pensante de ambos
bandos. La república se enfrenta a su peor prueba. Debemos desarmar el
"Plan Nerón" que se está montando en Venezuela. Digo Nerón porque no
pocos consternados por su negro futuro, van a pasar a la fase de encender el
fuego e incendiar de punta a punta a Roma.
A Henrique le ha tocado esta tarea no muy
grata, de enfrentar el estertor del dramático cambio, de una terrible e
inevitable transición. Tarea difícil porque la transición siempre devora a los
buenos hombres. Ingresó pues al muy selecto grupo de Patricio Aylwin, Raúl
Alfonsín, Adolfo Suárez, Mijail Gorbachov o el trigobierno Sarney-Collor de
Mello-Franco en Brasil. Por lo que la tiene doblemente difícil, ganar y luego
sobrevivir. Por eso además de un buen gerente, un candidato, un conciliador y
un agrupador de voluntades opositoras como está demostrando ser, requiere de un
poco más.
Debemos trascender a esa visión ingenua de un
sector minoritario de la oposición que se supone en una campaña electoral
tradicional. Los jingles no deben prevalecer sobre la visión real del país.
Henrique despegará, de eso no me cabe la menor duda, pero lo hará y ganará en
el momento en que el pueblo advierta que puede garantizarle la estabilidad,
cuando perciba que puede conciliar además de nuestras voluntades, las del bando
contrario, es decir cuando encuentre la "fórmula". Buena parte del
poder político del chavismo, su base, la gran mayoría del sector militar, la
milicia o los colectivos no saben que hacer. Muchos están esperando algo de
sentido común, pero a otros no les quedará más remedio que patear el tablero de
juegos. Por eso Henrique debe presentarse como la solución a los problemas que
tiene el adversario aun a costa de que muchos traguemos grueso.
El asunto no es sencillo porque hay que
procurar que quienes den la patada a la mesa sean los menos posibles, así que
no se trata de si viene o no la patada, sino de cuántos lo harán. Hay unos y
muy poderosos que están solicitados por la justicia internacional y otros que
en algunos países les van a pasar factura. Otros más que se enriquecieron
groseramente y algunos que ya dicen claramente que si la oposición entra a los
ministerios descubrirán lo que se hizo con Gaddafi, con Siria, con la
guerrilla, en fin con el lado oscuro. Muchos de ellos se ven vestidos de
anaranjado, tras un vidrio para comunicarse por muchos años, otros descubiertos
con sus cuentas en Suiza, Caimán y Andorra.
Para otros, el escenario de Honduras es la
vía. Tomar el poder por la fuerza y negociar en posición de fuerza como única
manera de alcanzar acuerdos para sobrevivir. Así es que como bien lo dijo Sun
Tzu: "Capturar el ejército enemigo en su totalidad es mejor que
destruirlo; tomar en forma intacta un regimiento, una compañía, o un escuadrón,
es mejor que destruirlos". Bajo ningún concepto se debe presionar
"con demasiada dureza a un enemigo desesperado". Sin interferir en la
justicia, se les debe presentar una salida a ese grupo porque si no reciben esa
oferta, unos negociarán por la vía de la fuerza y otros darán una pelea que nos
arrastrará a todos.
Finalmente debemos superar el "punto de
honor", el tema Cuba. Cuando los norteamericanos hicieron su declaración
de independencia, concibieron algo vital que debemos tomar en cuenta: "No
escatimamos nunca esfuerzos para con nuestros hermanos los británicos",
"apelamos a su justicia y magnanimidad", "invocamos los lazos
que nos unen con ellos" para finalmente ser muy firmes. Aunque no lo
crean, me consta que los cubanos en este momento requieren de un mensaje de
nuestra parte, no escatimemos pues esfuerzos para con nuestros hermanos los
cubanos. Es un tema de pueblos, no de líderes. Procuremos buscar una salida en
común, debemos desescalar otro de los principales peligros que se ciernen sobre
nuestro país. Se asombrarán de la respuesta indirecta, "aunque nos
perturbe un poco la de micrófono". De lo contrario, contaremos en las
calles, algo más que anécdotas y si es así, que Dios nos agarre confesados.
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