20/6/12

Sobernanía Conculcada


La colonización de nuestra América comenzó a finales del siglo XV con la llegada de Cristóbal Colón (1492). A partir de allí, los imperios Portugués, Británico y de los Países Bajos conquistaron y colonizaron una gran parte del territorio americano. Imperialismos que se caracterizaron por ejecutar un sistemático saqueo de los ricos e incuantificables recursos naturales de los países del Nuevo Mundo.
Siglos más tarde nuestros pueblos lograron la descolonización mediante esforzadas luchas que le permitieron su independencia política. Sin embargo, la emancipación política -per se- no solucionó los lazos de dependencia económica. Las potencias hegemónicas lograron imponer relaciones de falsa reciprocidad comercial, condicionando la soberanía de los países independizados, y reduciéndolos a simples exportares de materias primas o productos con escaso valor agregado.
Venezuela no ha escapado a esta tragedia. Nuestro país nunca ha alcanzado una soberanía plena desde el punto de vista político y económico. La ingenuidad e ignorancia de nuestro pueblo permitió la consolidación de un perverso neocolonialismo norteamericano en el pasado y hoy el de una nueva forma de neodependencia frente a Cuba y China. Esta nueva modalidad de neocolonialismo ha preferido recurrir a un truculento asistencialismo (médico, crediticio, deportivo técnico, científico, etc.) para imponernos un elevado grado de sumisión que compromete nuestra independencia nacional. Hoy por hoy el concepto estado-nación en cuanto al ejercicio de la soberanía plena está totalmente en entredicho.
Esta execrable, pero muy bien maquillada forma de intervención, ha sido concertada y consentida por el iletrado de Miraflores a fin de asegurar la estabilidad y permanencia en el tiempo de su proyecto facho-militarista. Hoy tenemos en Venezuela decenas de miles de cubanos y chinos controlando y dirigiendo actividades esenciales en áreas como: la educación, salud, defensa, seguridad, construcción, agricultura, energía, inteligencia y contra-inteligencia, etc. Esta indignante pérdida de la soberanía ha contado además con la complicidad celestina de los lacayos socialfascistas criollos, así como de la Fuerza Armada Nacional, quienes actúan como verdaderos ejércitos de ocupación en nuestra propia Patria al servicio de esas potencias extranjeras.
El subdesarrollo y sus males asociados como la pobreza, y la exclusión social no se vencen impulsando nuevas formas de dependencia. Ningún plan originado en los escritorios de La Habana o Beijing o de sus testaferros nacionales ha sido capaz de superar los desequilibrios socio-económicos, combatir la inflación, el desempleo, la pobreza, la inseguridad personal, el déficit de viviendas, o tratar siquiera de remediar las consecuencias del desarrollo social desigual. Tanto Cuba como China hoy no representan alternativas para nuestros pueblos, constituyen regímenes capitalistas totalitarios que promueven dentro y fuera de sus fronteras un capitalismo de Estado (Cuba) o mixto (China) explotador supersalvaje, y corrupto.
Si bien condenamos las posturas "pitiyanqui" del pasado, neologismo puertorriqueño puesto en boga en Venezuela por Mario Briceño-Iragorry (1953), reprobamos con igual vehemencia el "piticubanismo", y el "pitichinismo" que impulsa el régimen del tte coronel y sus amanuenses endógenos. Con un lenguaje confuso y demagógico se nos pretende convencer de las bondades de una “soberanía tutelada”. Ni cachorros de Washington, ni de La Habana o de Beijing, simplemente venezolanos. ¿De cual soberanía podemos hablar?

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