Una de las cosas más detestables en la historia
política de estos tierreros inciviles, con las excepciones que
confirman la regla por contraste, es que, después de haber sufrido
infames dictaduras criminales, tengamos todavía que soportar el abuso
de funcionarios incultos y engreídos que creen que con el cargo
viene la patente para el uso excesivo e indebido de sus prerrogativas. Y
vergüenza da que en la digna Venezuela el abuso de los privilegios del
cargo y la insolencia con la ley hayan llegado al paroxismo
en este siglo XXI:
Por ejemplo, usted, señor, ha decidido que su
gobierno es “revolucionario”, con las perversiones que ello
implica, cuando la Constitución establece en su artículo 6 que el gobierno
de Venezuela “es y será siempre democrático – aparece 26 veces
en el texto constitucional - participativo, electivo,
descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos
revocables”, y esos adjetivos bien lejos están de la práctica totalitaria
inherentes a los gobiernos comunistas – socialismo es
comunismo, Fidel dixit.
En este punto abusó usted de su mayoría
circunstancial para reformar la Constitución y favorecerse con sucesivas
postulaciones, eliminando la condición alternativa de los gobiernos en
democracia. De igual manera abusa usted de su poder omnímodo al imponer
un modelo militarista, por imperativos de su ideología marxista, cuando
la Constitución en su artículo 3 expresa: “Venezuela se constituye en un
Estado democrático y social de Derecho y de Justicia – propuesta
liberal, por cierto - que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia,
la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad
social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y
el pluralismo político”, en ninguna parte aparece la posibilidad
socialista sectaria, estatista y manipuladora que usted
abusivamente exporta de Cuba, junto con decenas de miles de cubanos que
insolentemente ocupan cargos propios de los venezolanos.
Abusa usted
cuando asfixia a las regiones con su centralismo retrógrado, violando
el artículo 4 que define la República como un Estado Federal
descentralizado - término este que aparece 15 veces en el texto
constitucional pero que usted abusivamente desprecia. Usted ha sido un abusador
sistemático, que con el concurso ominoso de quienes tienen el deber
constitucional de mantenerlo en los cauces de la legalidad, ha
cometido excesos como crear un poder popular inconstitucional, ordenar
expropiaciones que sin el debido proceso se convierten en
confiscaciones, prohibidas en la Constitución, convertir a PDVSA en un operador
político, con las nefastas consecuencias previsibles, y asumir como
jerarquía militar activa el cargo de comandante supremo de la Fuerza
Armada, que es un rango inherente a la presidencia de la república
que debe ser ejercida por un civil, lo que, según análisis
constitucional del jurista Jesús Petit Da Costa, amparado en el artículo 330,
lo inhabilita para ser candidato presidencial, lo que, por
supuesto, a su psiquis abusadora tiene sin cuidado y aparece en los cuarteles,
uniformado como militar – y lo es, pues por decreto, usted, abusivamente,
reincorporó a la FAN a los golpistas del 4F - aseverando ante el mundo
que la Fuerza Armada “es chavista”, lo que contraviene el artículo 328
de la Constitución que es harto elocuente en su mandato, que es
inexorable porque la Constitución es la ley suprema de la república.
Candidatura abusadora
Usted, señor, comete en su campaña electoral
desafueros inconcebibles en un Estado de derechos, que van desde un grosero
ventajismo intimidatorio, que incluye la descomedida
profusión de insultos soeces contra su legítimo adversario que cuenta con
mayoritario apoyo venezolano y que es tan inusitadamente decente que
no solo se niega a descender al nivel de su diatriba, sino que firma
con usted un pacto en el cual usted no renuncia a ninguna de sus
prácticas violatorias de las reglas del juego democrático impuestas por el
CNE, situación denunciada por el rector Vicente Díaz y que por la
complicidad con el abuso no reciben las sanciones contempladas en la
ley.
Usted, revestido de un fuero revolucionario arbitrario,
que no aparece en la Constitución ni se ganó en ninguna guerra civil,
ha abierto las esclusas de la indecencia y seguimos presenciando,
aunque ya el asco ha sustituido al asombro, como se violan los
artículo 13, 54 y 68 de su Ley contra la Corrupción que establecen que los
funcionarios y empleados públicos están al servicio del Estado y
no de parcialidad política alguna y contemplan penas de prisión para
el funcionario que, abusando de sus funciones, utilice su cargo para
favorecer o perjudicar electoralmente a un candidato, cosa que
les importa muy poco pues cuentan con la impunidad que les concede
el abuso mientras se arrastren en la abyección de la
incondicionalidad.
El mayor abuso
Pero el abuso más ofensivo cometido por usted, es haber dicho públicamente que quien no es chavista no es venezolano, lo que está tipificado como delito de lesa humanidad en el Estatuto de Roma, de la Corte Penal Internacional, de la cual Venezuela es signataria. En él se define el genocidio como la persecución de un grupo humano por razones políticas. Y eso es lo que usted, desde su elevada magistratura, señor, ha hecho: Estimular a una jauría pervertida por sus discursos de odio y violencia para que, eliminada de su conciencia la condición humana del adversario, señalado según el modelo fascista que lo envenena, como “apátrida” – ahora entendemos que, según su abusivo léxico, apátrida significa antichavista – arremeta su violencia innata contra el digno pueblo venezolano que combate, en desventaja ante su inmensa capacidad de abuso, su intención de imponer en Venezuela un modelo castro comunista, salvaje por liberticida y miserable. Sale pa´llá.
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