La ignorancia es un mal devastador pero curable
si se diagnostica a tiempo y se le aplica el tratamiento adecuado, de lo
contrario hace metástasis en estupidez, que es el estadio necesariamente mortal
de la ignorancia.
Y el comunismo – una secta de asesinos, ladrones
y corruptores de menores – es, por imperativos de su propia naturaleza, una
ignorantocracia imperial que impone a sangre y fuego la ignorancia como
política de Estado, pues un pueblo ignorante es reverente por la supervivencia
y, por lo tanto, controlable y manipulable - por ejemplo cercano, el pueblo
cubano.
Abordo esta reflexión como reacción a un trapo
rojo, que ensucia el paisaje de una zona comercial de la ciudad, en el cual se
lee, escrito a brocha gorda, algo así: “La tarea de la clase trabajadora es
destruir el capitalismo y su misión es construir el socialismo”.
Quien redactó esta estupidez está seguramente
convencido de que “destruir” para construir es un buen negocio, pero sobre todo
debe pensar – si es posible llamar así su retardado proceso de repetición de
ideas añejas – que con su exaltación es posible acabar con las economías más
poderosas del mundo, incluyendo la china, que son producto del libre mercado,
la libre empresa y la libre concurrencia, o en su defecto se conforma con hacer
añicos la economía venezolana, porque hay que ver como las diatribas corrosivas
de Chávez, lanzadas contra la primera economía del mundo, los Estados Unidos,
no han hecho la menor melladura a esa sólida estructura de progreso humano por
el libre desarrollo de las potencialidades individuales de sus habitantes.
Y como evidencia de lo contrario, el mundo
contempla la miseria atroz de los pobres pueblos sometidos al feroz yugo de las
dictaduras comunistas – todos los son – que han sido convencidos – como el
pueblo norcoreano – de la infalibilidad de la pobreza como medio para superar
las miserias atribuidas, por la ignorancia, al sistema capitalista, creador de
tecnología, ciencia y conocimiento que, en poder de empresarios creativos y
dinámicos, sustentan el desarrollo de los pueblos del mundo, incluyendo el
parasitismo comunista o socialista, que es la misma vaina, que no podría
existir sin la fraternidad y filantropía capitalista – Fundación Bill Gates,
vaya adelante.
La ”guate e´pajarito” que le cayó al frondoso
árbol de Venezuela logró en catorce años destruir su economía hasta la
vergüenza de presenciar, por primera vez en su historia, una nube de gente
desesperada, de toda condición, tomando por asalto un supermercado para arrasar
con los potes de mantequilla – como si se tratara de un bien largamente
anhelado - cuya escasez es efecto de las estúpidas políticas comunistas del
peor gobierno que ha tenido la patria de Bolívar desde la invasión de los
caribes.
Ya es común, y hasta se observa como parte del
paisaje urbano, las millones de horas hombre – en la mejor edad productiva -
atrapadas en largas colas esperando un pollo, una bombona de gas o un kilo de
azúcar en un país que se caracterizó por lo profuso de su oferta de productos
de primera necesidad, pero parece que este sufrimiento cotidiano no es
suficiente prueba de la característica empobrecedora del socialismo, lo que nos
indica, como lo refleja la citada pancarta roja, que si en algo es
verdaderamente eficiente este estúpido sistema de empoderar eternamente una
clase política sobre los hombros de la pobreza – por lo que le es sustantiva
- es imponiendo imperialmente la ignorancia – por donde pasa
su caballo no vuelve a brotar la inteligencia - hasta lograr que la miseria sea
un símbolo reconocible de estatus político y social, a los cubanos se les sale
por los huecos de la doble moral el orgullo de ser comunista.
En conclusión
Las inmensas contradicciones de esa clase
trabajadora, con relación a su posición política actual, signada por el abuso
de los ditirambos comunistas frente a su situación económica, es lo que me ha
hecho pensar que en realidad lo que entienden por “socialismo” es capitalismo
pa´los obreros, pues basta que cualquiera de ellos obtenga unos recursos
extraordinarios, por cualquier vía, para verlos adquiriendo los lujos propios
de los odiados capitalistas. O al presenciar como los comunistas que son
incluidos en las nóminas de las empresas del Estado, inmediatamente comienzan a
luchar por contratos colectivos, aumentos de salario y beneficios de toda
índole, así lleven a la ruina a la empresa que los mantiene, pues lo único que
les interesa es el factor pecuniario derivado de esa inclusión innecesaria.
Por ello, cuando hablan de imponer el socialismo,
lo que pretenden es obtener de una manera fácil, expedita, sin el menor
esfuerzo personal, el bienestar que envidian porque se les ha hecho creer
perversamente que son acreedores naturales a ello, por ley de mato pollero, por
el sencillo acto de nacer.
Consideran que el comunismo si les va a repartir
la herencia que les corresponde y que se las han negado tradicionalmente los
burgueses, oligarcas y empresarios malucos. Por eso escucha usted a muchos
decir, frente a la realidad producida por catorce años de socialismo real, que
esto que viven no es socialismo, porque la estupidez producida por la
ignorancia mal curada, confunde utopía con posibilidad, cree que el pasado
puede modificarse y, sobre todo, jura que la fórmula socialista es perfecta
pero no se ha sabido aplicar. Pero ahora sí. Gracias a mi comandante.
Con el estómago de permiso indefinido, pero con
la frente comunista en alto, Nadie podrá jamás hacer entender a esta clase
trabajadora – lo de “trabajadora” es un adjetivo político, los auténticos
trabajadores son quienes han impedido la quiebra final de este país – que la
única salida al problema de la pobreza es con el fortalecimiento de la libertad
que permite el cabal desarrollo de las potencialidades individuales a través
del trabajo, el estudio y a responsabilidad. Sale
pa´llá.
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