El candidato chavista de Venezuela y presidente de facto, Nicolás
Maduro, me ha acusado recientemente de planificar junto con el
“Pentágono y la CIA” un plan para asesinar a su oponente demócrata,
Henrique Capriles Radonski. Por supuesto, esta es una mentira infundada,
maliciosa, que no debe descartarse como una simple táctica de campaña.
Durante
dos años, Maduro fue la persona más cercana al fallecido ex presidente
Hugo Chávez durante su tratamiento contra el cáncer en Cuba. En el
transcurso de este tratamiento, se unió a una conspiración cubana para
engañar al pueblo venezolano sobre la condición terminal de Chávez y
para convencerlo de sacrificar su salud para asegurar su propia
presidencia.
La campaña de mentiras de Maduro ha empezado a hacer
metástasis. Durante un programa de televisión transmitido la mañana del
domingo, Maduro dirigió una acusación al Presidente Obama de que “Roger
Noriega, Otto Reich, funcionarios del Pentágono y de la CIA (sic) están
detrás de un plan para asesinar al candidato presidencial de la derecha
venezolana (Capriles Radonski), para crear el caos en Venezuela
-tenemos información de fuentes muy confiables – de que quieren culpar
al gobierno de Venezuela para crear el caos en Venezuela, para llenar a
los venezolanos de odio”
Maduro estaba repitiendo afirmaciones
que hizo la semana pasada durante un acto de campaña en la que dijo que
estaba enviando agentes de su policía secreta para asegurar que Capriles
Radonski estaría a salvo. Irónicamente, las recientes acusaciones de
Maduro son incompatibles con una declaración que hizo el 2 de marzo
donde dijo que Capriles Radonski había estado recientemente en Miami
“conspirarando con agentes de bandas mafiosas dirigidas por Roger
Noriega” y otros. Para que quede claro, no he hablado con Henrique
Capriles Radonski desde que los dos charlamos en el lobby del Hotel
Biltmore en el marco de la conferencia anual del Miami Herald hace más
de 10 años.
Sin importar lo carente de fundamentos que son estas
acusaciones, no deben tomarse a la ligera, porque Maduro ha estado
siguiendo un guión dictado por funcionarios del régimen cubano que, tras
el fallido tratamiento del cáncer de Chávez, no quieren correr riesgos
en la imposición de su sucesor. He estado estudiando a la dictadura
cubana durante la mayor parte de mi vida y puedo decir que La Habana
emplea tácticas siniestras donde atribuyen a sus críticos lo que ellos
piensan hacer.
Creo que cualquier intento de agredir físicamente a
Capriles Radonski -o Maduro- o provocar violencia política en Venezuela
sería una tragedia terrible. Ninguna persona responsable consideraría
dicha estrategia – por lo que es perfectamente plausible que el régimen
cubano sea capaz de hacerlo. De hecho, altos funcionarios chavistas o
mandos militares de los cuales se sospeche su deslealtad al régimen
cubano son aún más vulnerables a este tipo de amenaza. Ya que este tipo
de violencia serviría como excusa para reprimir políticamente a la
oposición democrática.
Yo no soy un venezolano y yo no tengo el
derecho o el deseo de ser protagonista en la política de ese país. Yo
soy uno de muchos estadounidenses preocupados por las amenazas a nuestro
país procedentes del estado narco-terrorista autoritario creado por
Hugo Chávez en Venezuela. He escrito, hablado y testificado ante el
Congreso de EE.UU. sobre las amenazantes políticas internacionales del
régimen chavista y en menor medida, en las tácticas antidemocráticas que
utiliza para conservar el poder. Mis declaraciones – incluyendo mi
rechazo categórico de las acusaciones infundadas hechas por Maduro y sus
estrategas cubanos son asunto de interés público.
Por desgracia
para los venezolanos, los titiriteros cubanos de Maduro probablemente
reconocen que la retórica violenta pudiera ser insuficiente para
distraer a su base política de las desastrosas políticas económicas de
Maduro y la patética suplantación de su predecesor. Es posible que ellos
puedan pasar de la retórica violenta a la violencia real.
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