22/3/13

Mentiras de Maduro sobre atentados no son cosa de risa

El candidato chavista de Venezuela y presidente de facto, Nicolás Maduro, me ha acusado recientemente de planificar junto con el “Pentágono y la CIA” un plan para asesinar a su oponente demócrata, Henrique Capriles Radonski. Por supuesto, esta es una mentira infundada, maliciosa, que no debe descartarse como una simple táctica de campaña.

Durante dos años, Maduro fue la persona más cercana al fallecido ex presidente Hugo Chávez durante su tratamiento contra el cáncer en Cuba. En el transcurso de este tratamiento, se unió a una conspiración cubana para engañar al pueblo venezolano sobre la condición terminal de Chávez y para convencerlo de sacrificar su salud para asegurar su propia presidencia.

La campaña de mentiras de Maduro ha empezado a hacer metástasis. Durante un programa de televisión transmitido la mañana del domingo, Maduro dirigió una acusación al Presidente Obama de que “Roger Noriega, Otto Reich, funcionarios del Pentágono y de la CIA (sic) están detrás de un plan para asesinar al candidato presidencial de la derecha venezolana (Capriles Radonski), para crear el caos en Venezuela -tenemos información de fuentes muy confiables – de que quieren culpar al gobierno de Venezuela para crear el caos en Venezuela, para llenar a los venezolanos de odio”

Maduro estaba repitiendo afirmaciones que hizo la semana pasada durante un acto de campaña en la que dijo que estaba enviando agentes de su policía secreta para asegurar que Capriles Radonski estaría a salvo. Irónicamente, las recientes acusaciones de Maduro son incompatibles con una declaración que hizo el 2 de marzo donde dijo que Capriles Radonski había estado recientemente en Miami “conspirarando con agentes de bandas mafiosas dirigidas por Roger Noriega” y otros. Para que quede claro, no he hablado con Henrique Capriles Radonski desde que los dos charlamos en el lobby del Hotel Biltmore en el marco de la conferencia anual del Miami Herald hace más de 10 años.

Sin importar lo carente de fundamentos que son estas acusaciones, no deben tomarse a la ligera, porque Maduro ha estado siguiendo un guión dictado por funcionarios del régimen cubano que, tras el fallido tratamiento del cáncer de Chávez, no quieren correr riesgos en la imposición de su sucesor. He estado estudiando a la dictadura cubana durante la mayor parte de mi vida y puedo decir que La Habana emplea tácticas siniestras donde atribuyen a sus críticos lo que ellos piensan hacer.

Creo que cualquier intento de agredir físicamente a Capriles Radonski -o Maduro- o provocar violencia política en Venezuela sería una tragedia terrible. Ninguna persona responsable consideraría dicha estrategia – por lo que es perfectamente plausible que el régimen cubano sea capaz de hacerlo. De hecho, altos funcionarios chavistas o mandos militares de los cuales se sospeche su deslealtad al régimen cubano son aún más vulnerables a este tipo de amenaza. Ya que este tipo de violencia serviría como excusa para reprimir políticamente a la oposición democrática.

Yo no soy un venezolano y yo no tengo el derecho o el deseo de ser protagonista en la política de ese país. Yo soy uno de muchos estadounidenses preocupados por las amenazas a nuestro país procedentes del estado narco-terrorista autoritario creado por Hugo Chávez en Venezuela. He escrito, hablado y testificado ante el Congreso de EE.UU. sobre las amenazantes políticas internacionales del régimen chavista y en menor medida, en las tácticas antidemocráticas que utiliza para conservar el poder. Mis declaraciones – incluyendo mi rechazo categórico de las acusaciones infundadas hechas por Maduro y sus estrategas cubanos son asunto de interés público.

Por desgracia para los venezolanos, los titiriteros cubanos de Maduro probablemente reconocen que la retórica violenta pudiera ser insuficiente para distraer a su base política de las desastrosas políticas económicas de Maduro y la patética suplantación de su predecesor. Es posible que ellos puedan pasar de la retórica violenta a la violencia real.

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