Adolf Hitler creó el nacionalsocialismo para
que durara mil años. Hugo Chávez, guardando las distancias y con remarcable
modestia, inventó el socialismo del siglo XXI para que se mantuviera vigente
apenas un siglo.
Este teniente coronel, absolutamente anónimo hasta que
insurgió como cabecilla de un sangriento y fracasado golpe militar, el 4 de
febrero de 1992, se empeñó en ser una figura de renombre internacional y lo
logró. Fundó, a regañadientes, un partido político, se postuló para las
elecciones presidenciales de 1998 y ganó. En los primeros años de su gobierno,
no solo tuvo el apoyo incondicional de las tres cuartas partes del país sino de
partidos políticos y personalidades de América latina y de Europa que lo veían
como un reivindicador de los pobres y un adalid en la lucha contra la
corrupción de los partidos que gobernaron a Venezuela entre 1959 y 1998. Aún no
definía la orientación de su gobierno ni hablaba de socialismo pero se le veían
las costuras: durante la tragedia del Estado Vargas en diciembre de 1999 -el
deslave que cobró las vidas de miles de personas y dejó devastada a esa región
del país- se negó a aceptar la ayuda norteamericana que habría contribuido a
salvar muchas vidas y hacer más rápida la recuperación del desastre.
En agosto de 2000, hace una visita a Sadam
Hussein, el tirano de Irak aislado por el mundo occidental durante una década.
Chávez fue el primer jefe de Estado en esos diez años que visitaba al dictador.
Mucho antes de eso, en marzo de 1999, con apenas un mes en el cargo, el
presidente Chávez le enviaba una fraterna y solidaria misiva a Ilich Ramírez
Sánchez, El Chacal, condenado a cadena perpetua en Francia, por crímenes
terroristas vinculados al extremismo árabe musulmán. La simpatía o empatía de Chávez
con esas tendencias, venía incorporándose a su minestrone ideológico desde 1994
cuando tuvo como asesor al fascista y antisemita argentino Norberto Ceresole,
expulsado dos veces de Venezuela: en 1995 por el gobierno de Rafael Caldera y a
fines de 1999, por presión de José Vicente Rangel para entonces canciller del
gobierno chavista. A pesar de estas señales evidentes de su
antinorteamericanismo, de su inclinación hacia las dictaduras, especialmente
las del mundo árabe y de su admiración cuasi filial por Fidel Castro, era aún
difícil catalogar alguna ideología en el presidente venezolano. Hasta que el 30
de enero de 2005, en el V Foro Social Mundial, Chávez postula el Socialismo del
Siglo XXI, un concepto creado por el alemán y residente mexicano, Heinz
Dietrich Steffan, quien pasa a ser su asesor.
Imposible resumir en un artículo el contenido
de esa supuesta neoideología. Pero sus resultados prácticos están a la vista y
se pueden clasificar según distintos aspectos de la vida venezolana.
1º En lo Político. Ese novedoso socialismo se
caracterizó por realizar numerosas elecciones -casi una por año- y ganarlas en
su mayoría. Para la opinión internacional Chávez era un demócrata que
consultaba a su pueblo una y otra vez. Pocos se paseaban por el hecho de que
previamente se había apropiado y había transformado en instrumentos de su
gobierno, todas las instituciones básicas de la democracia, incluido el poder
electoral. En lo que no pudo diferenciarse de ningún régimen socialista
totalitario, fue en la exclusión de los opositores. No llegó a los asesinatos
de Stalin, Castro y otros déspotas, pero hizo todo lo necesario, incluidos
zarpazos electorales y su manera brutal de tratar a la disidencia, para
anularlos.
2º En la economía: no es necesario explayarse
en mostrar cifras y cuadros estadísticos, basta con presenciar la inflación,
escasez de productos básicos, precio del dólar paralelo o negro, endeudamiento
atroz del país que compromete los ingresos de varias generaciones, para
constatar que el gobierno socialista del siglo XXI -que recibió durante el
gobierno de Chávez 1.125 billones de dólares, de los cuales la mitad vino de
ventas de petróleo al odiado imperio yanqui- los dilapidó en regalos a otros
países y en una corrupción que supera toda la que pudo existir en Venezuela
desde que es república. Solo en 2010 Chávez regaló 150 millones de dólares a
Cuba, plantas eléctricas a Nicaragua,
aportes millonarios para los alcaldes de Bolivia y para el gobierno de
Evo Morales, 100 millones de dólares para la limpieza del río Hudson en Nueva
York, combustible subsidiado para los pobres de EEUU por un monto de $600
millones, donaciones para un hospital de Uruguay, $1millón para una escuela de
samba en Brasil, construcción de casas en Guinea Ecuatorial y de carreteras en
Jamaica. Esto sin contar las donaciones subrepticias como el maletín de los
$800.000 para la campaña de Cristina Kirchner. Sumemos la desaparición de cerca
de $90 millones que nadie sabe a dónde fueron a parar y que son la causa de que
Venezuela aparezca ubicada entre los 15 países más corruptos del mundo. Esa
orgía de regalos al Exterior, expropiaciones internas y externas y la chequera
loca de Chávez, han dejado una deuda de más de mil millones de dólares.
3º La Productividad. Muy dentro del estilo castrocomunista,
el socialismo chavista se dedicó a expropiar centenares de industrias, y
haciendas ganaderas y agrícolas. El resultado fue el de la vaca que daba mucha
leche cuando la tenía su dueño y dejó de producir cuando la compró un alcalde y
pasó a ser funcionaria pública. La escasez de alimentos, papel higiénico y
otros rubros de uso obligado, son el resultado de esa liquidación sistemática
de la empresa privada y de la falta de dólares del gobierno para continuar su
política de importaciones y economía de puertos.
4º. La Libertad de Expresión. La posibilidad
de cuestionar al gobierno ha quedado reducida a las redes sociales y a la
prensa escrita. Esta última está a punto de ser aniquilada ya que el gobierno
de Nicolás Maduro, heredero de Chávez, le niega las divisas para adquirir
papel. Las radios y televisoras del país son en su mayoría propiedad del
gobierno y están a su servicio como vehículos de propaganda política. Las pocos
medios radioeléctricos y audiovisuales que aún permanecen en manos privadas, se
autocensuran para no correr la suerte de Radio Caracas Televisión y de otros
medios confiscados por el gobierno.
5º La Seguridad Ciudadana. En su toma de
posesión en febrero de 1999, Chávez preguntó en un discurso televisado a la
entonces presidenta de la Corte Suprema de Justicia, si ella no robaría en caso
de que sus hijos tuviesen hambre. Esa fue la marca del régimen socialista desde
entonces hasta hoy cuando comienza el año 2014 ¡Impunidad!. La desidia por
castigar a los delincuentes, el hacinamiento en las cárceles porque el régimen
no construyó una sola en 15 años, el envilecimiento de poder judicial, la corrupción
de policías y militares, ha transformado a Venezuela en uno de los países más
violentos. Solo en 2013 fueron asesinadas más de 22.000 personas. El miedo a la
delincuencia y ser su víctima es lo único que une a chavistas y opositores en
un país tan polarizado y dividido en dos mitades como es Venezuela.
6º Los Derechos Humanos. El gobierno
socialista de Venezuela optó por quitarse la careta al retirarse de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos de la OEA. Esto con el claro
propósito de evadir el cumplimiento de decisiones de la Corte Interamericana de
los Derechos Humanos. Los presos del régimen, como el Comisario Iván Simonovis
y la Jueza María Lourdes Afiuni, son claro ejemplo de arbitrariedad y desprecio
por los derechos de las personas.
7º La Independencia Nacional. Ha sido un lei
motiv del discurso del socialismo chavista durante su gobierno y después de su
desaparición física, pero nunca desde la época de la colonia española este país
fue tan dependiente de los designios de otra nación. El socialismo del siglo
XXI inauguró la novedad de un país rico que se deja subyugar y se somete a los
dictámenes de un país pobre al que prácticamente mantiene. Militares cubanos
dictan órdenes en los cuarteles a militares venezolanos. Chávez visitaba frecuentemente
La Habana y era evidente su adicción a Fidel Castro y su régimen, hasta el
punto de precipitar su muerte por elegir la atrasada medicina cubana para
tratar su cáncer y decidir que era ese el país para morir en vez de hacerlo en
su nativa Venezuela. Maduro va mucho más allá, se formó ideológicamente en Cuba
y es un un peón de Raúl Castro en Venezuela.
Y para colocar la guinda en la torta, el
socialismo del siglo XXI es el único que en vez de democratizar solamente el
hambre y la miseria como hicieron Stalin, Fidel Castro, Mao y los sátrapas de
Corea del Norte, ha ganado elección tras elección con la compra de conciencias
y votos. El último y más escandaloso caso fue la elección de autoridades
municipales el 14 de diciembre de 2013. El PSUV, partido del régimen, perdía
las elecciones en casi todo el país y Maduro tenía el prestigio en el suelo. Un
mes antes el gobierno inició un saqueo sistemático de empresas privadas
mediante la incautación de electrodomésticos y otras mercancías que se
vendieron al público muy por debajo de su precio real. Las enormes colas de
gente ansiosa de adquirir televisores y otros artefactos a precios irrisorios,
dejaron vacíos los anaqueles de los almacenes, le hicieron subir 10 puntos a la
popularidad de Maduro y arruinaron a centenares de comerciantes que comienzan
el año 2014 con sus negocios cerrados para siempre.
¡Feliz 2014 socialista!
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