29/3/09

Fernando Ochoa Antich // Traidores a la Patria

Hugo Chávez, en sus largas peroratas, dice muchas tonterías. Un buen ejemplo es el cuentito de su sorpresa por los elevados sueldos de algunos funcionarios. Nadie puede creer que él no conociera esa gran verdad. También tiene que saber que con el 20% de aumento salarial no se logra cubrir ni siquiera una parte de la inflación que existirá este año. Lo más risible de todo fue el teatro que montó durante su programa semanal al afirmar que él no sabía en qué se podía gastar un sueldo de 15.000 bolívares fuertes. Estoy convencido que Hugo Chávez cree que los venezolanos somos tontos. Sólo con observar los trajes cortados por excelentes sastres, las camisas de fina tela, las corbata, los zapatos y los relojes de marca, los automóviles, los aviones y los helicópteros que él utiliza nos damos perfecta cuenta de lo dispendioso de su vida. Recuerdo que un diputado de oposición calculó los gastos en comida y bebida de La Casona y Miraflores. Un verdadero escándalo. Estoy seguro, que con esos millones de bolívares vivirían cientos de familias venezolanas por varios años. Otro cuentito que se debe aclarar son las acusaciones de traición a la Patria que hace permanentemente a los dirigentes de la oposición. Veamos.

La defensa del proceso de descentralización no oculta una maniobra secesionista como afirman los chavistas. Ninguno de los líderes de la oposición ha mantenido esa tesis. Hacerlo sería un suicidio político. Nadie los acompañaría en una aventura tan contraria a nuestra idiosincrasia y patriotismo. Se trata, exclusivamente, de oponerse a un retroceso histórico que comprometería en buena parte el proceso de democratización que ha venido viviendo Venezuela después de haberse logrado la elección popular de los gobernadores de estado. Acusarlos de secesionistas sólo oculta el gran temor que tiene Hugo Chávez de que los venezolanos puedan comparar una exitosa gestión de estos funcionarios electos con la muy ineficiente labor del gobierno central. Al contrario, creo que los venezolanos deberían evaluar la actuación de Hugo Chávez para determinar quién, en verdad, es un traidor a la Patria. A confesión de parte relevo de pruebas, dicen los abogados. Permanentemente, Hugo Chávez afirma que Fidel Castro lo aconseja en todas las medidas que su gobierno toma. La subordinación a otro poder extranjero es lo que justamente tipifica penalmente el delito de traición a la Patria.

El pecado de Hugo Chávez no es sólo haber subordinado sus decisiones como jefe de Estado al gobierno de Cuba, sino sacrificar, de manera irresponsable, los intereses nacionales de nuestro país para tratar de transformarse en un líder fundamental de la América Latina y del mundo. Pura ilusión. Eso no es posible, si tú sólo eres jefe de Estado de una pequeña potencia media de nuestro continente. Buenos ejemplos de analizar, para evaluar los errores del chavismo, es lo ocurrido con nuestras relaciones con Estados Unidos y Brasil. La aparición del petróleo transformó a Venezuela en una pieza fundamental de los intereses geopolíticos de Occidente. No garantizar el suministro petrolero era un desafío a los intereses mundiales que podía poner en riesgo nuestra soberanía. La II Guerra Mundial ratificó esta gran verdad. Venezuela siempre entendió el peligro que significaba para nuestra independencia la cercanía al Brasil. Los estudiosos del tema destacaron permanentemente el interés vital de ese país de lograr una salida al Atlántico a través de Venezuela. Nuestra democracia, ese régimen tan denostado por Hugo Chávez, interpretó cabalmente estos riesgos, y creó un conjunto de equilibrios geopolíticos que preservaron nuestra independencia y capacidad de acción internacional. Hugo Chávez los ha destruido totalmente.

El equilibrio con Estados Unidos, nuestro principal mercado petrolero y socio comercial, se logró con la creación de la OPEP por Rómulo Betancourt y la nacionalización petrolera por Carlos Andrés Pérez. Ese cartel permitió incrementar los precios del petróleo y Pdvsa facilitó romper el monopolio de las grandes transnacionales petroleras. La reacción del Imperio, como diría Hugo Chávez, se limitó al mantener la certeza de nuestro seguro suministro petrolero a Occidente y no entrometernos en la crisis del Medio Oriente. En el caso de Brasil, el equilibrio se logró con la cercanía a Estados Unidos, la creación del Grupo Andino y la presencia de México en el Grupo de los Tres. Esta inteligente política exterior permitió a nuestro país jugar un papel fundamental en la defensa de la democracia, en el Grupo de Contadora y en el tratado de reversión del canal de Panamá. La mejor demostración del acierto de nuestra diplomacia fue el respeto que tuvo Venezuela en la América Latina durante esos años. Haber destruido tan inteligentes equilibrios geopolíticos es traición a la Patria. El único responsable es Hugo Chávez. Esa es la verdad.

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