28/9/09

La arrogancia de Jesse, vista por Miguel Bahachille

Una Tribuna para voces del decoro



El intento del ministro nada menos que de Ciencia Y Tecnología, Jesse Chacón, de vapulear a la periodista de Globovisión, Diana Carolina Ruiz, por retransmitir unas declaraciones suyas del pasado 4 de mayo en las que señalaba que un sismo similar al ocurrido ese día no se produciría en menos de 1.000 años, revela el carácter militarista, intolerante y primitivo que tanto daño ha hecho a Venezuela. El epíteto de "analfabeta funcional" contra la periodista presupone que el teniente Chacón logró coronar en su corta carrera militar un importante cúmulo de conocimientos no solo en una materia tan compleja como la ciencia sísmica. También lo logró en transporte y comunicación cuando dirigió a Conatel y fue ministro de Información.

En materia de seguridad cuando presidió de forma tan eficaz el Ministerio de Interior y Justicia. Como si fuera poco, ahora es designado vicepresidente "Económico-productivo". Así podrá esparcir aunque sea una pequeña parte de su erudición ecuménica y eficacia administrativa en el mundo de los ignorantes. Pasmosamente su carrera meteórica tuvo un leve percance cuando perdió la elección de la Alcaldía del Municipio Sucre. Sin embargo, esa minúscula tacha no sería óbice para el jefe quien, discorde y desencajado por la derrota, decidió designarlo entonces ministro de Ciencia y Tecnología y, ahora, vicepresidente de un cargo que había inventado en alguna noche de insomnio.

Con el atuendo de tecnólogo tuvo la osadía de dictar cátedra sobre la teoría de "Periodo de recurrencia sísmica" sólo para humillar a la periodista. Su desfachatez no tiene límites. La tesis del principio de recurrencia sísmica es de tanta complejidad que los científicos no han dejado de debatirla durante décadas. De manera simple se define como el número de temblores registrados en una región en un periodo de tiempo determinado. Sin embargo, el guarismo es científicamente inescrutable por la cantidad de variables que lo sustentan. De allí la duda sobre su certeza puntual.

La secuencia de este principio ha sido estudiada con cierta rigurosidad especialmente en Costa Rica por científicos de la región y de Japón. El estudio se centró al principio en analizar la recurrencia de sismos mayores a 6.75 de magnitud en la escala Ritcher entre los años 1800 y 1980. Sin embargo, éste no ha arrojado mayores conclusiones. Existe una extensa literatura sobre el tema (periodo de recurrencia) que varía dependiendo de las características del subsuelo y de la región donde ocurre. La gama fluctúa entre 5 hasta 2.000 años. Seguro que el ministro Chacón conocía bien las falsillas de esta complicada conjetura para poder descalificar a la periodista.

Sin embargo, al itinerante funcionario poco le importa asumir sus verdaderas responsabilidades. Por ejemplo, recurrir a los equipos de profesionales calificados de su ministerio, que seguro existen, para que determinen acuciosamente los daños estructurales en las edificaciones que se agrietaron con el sacudón. Y dejar a los especialistas la tarea de explicar las complejas determinaciones de las capas tectónicas y demás detalles geológicos. A él le corresponde vigilar y evitar que continúe el cúmulo de construcciones ilegales que ciertamente no soportarían una sacudida de mayor duración así sea de menor magnitud.

El fracaso del régimen en su plan de viviendas ha hecho que las autoridades volteen la cara ante las atrocidades estructurales que a simple vista se observan especialmente en los cerros perimetrales de la ciudad de Caracas. Viviendas de tres o más pisos que se van agregando en la medida que se incrementa la necesidad familiar. Éstas se soportan en precarias estructuras, para colmo, construidas al borde de los taludes. Así mismo, se desestiman las abundantes descargas de aguas servidas en improvisados pozos sin acatar las normas de recolección que al respecto existen. No hay manera de garantizar la estabilidad de estas edificaciones ante cualquier actividad sísmica si no se mejoran los controles pertinentes.

Por su parte, ojalá la periodista Diana Carolina Ruiz haya aprendido bien la lección. En lo sucesivo tendrá que contener su "insolencia" cuando se refiera a este polifacético funcionario público quien con su amplia y variada erudición logró batirla contra el piso. Bien que se lo merecía por estar buscando pleito en una categoría que no califica: la de los dioses.

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